jueves, 13 de marzo de 2014

De señoritas y señoras



Algo horrible ha sucedido. Algo que toda chica asume como el comienzo de una gran maratón o el descubrimiento de una enfermedad crónica. La semana pasada, haciendo cola en el Strafalarius Stradivarius, la cajera le dijo: "Puede pasar por aquí SEÑORA". No voy a desvelar la edad de mi novia. Es jóven. Eso es así. Suficientemente joven como para jugar al Candy Crash. Suficientemente joven como para saber quiénes son los One Direction. Suficientemente joven como para no recordar las canciones de Emilio Aragón.

Pero ha sucedido. Se ha abierto la Caja de Pandora. Ella ya sabía que las patas de gallo estaban ahí. Ella ya sabía que la celulitis estaba ahí. Ella ya sabía que no podía entrar en Pimkie sin que le señalaran con el dedo.

Así que, hace una semana, comenzó la lucha contra el tiempo. Se metió en Internet y, como buena blogger, tiró de contactos y pidió muestras gratuitas de cosméticos. De hecho, tanto hay ya acumulado que estamos pensando en transformar el cuarto de invitados en una parafarmacia.

Pero todo esto tiene sus ventajas. De hecho la mejor de todo es lo despejada que tengo la nariz gracias a una crema anticelulítica con olor a eucalipto. Novios de bloggers del mundo, si teneis problema de respiración por mucosidad nasal, encerraos con vuestra novia en el baño mientras se da un masaje con Reductor Drenante de Piernas de Somatoline. Mano de santo. Inspirarás tanto aire que temerás explotar.

Feliz jueves!

domingo, 2 de marzo de 2014

Carnavales y otras perversiones



Hay una fecha señalada en el calendarío que odio por encima de todas las cosas: CARNAVALES. 

Solo hay una cosa peor en este mundo que disfrazarse. Ir disfrazado a juego con tu pareja. Segundo año que lo hago. Esto de tener una novia blogger conlleva que yo me convierta en un complemento más que debe ir a juego. Yo, calzonazos de manual, obedezco órdenes. Así que fuimos de campesinos. Los dos, por supuesto. Disfraz muy poco divertido, pero una ocasión única para que mi novia sacara del armario sus preciosas botas camperas y su pantalón-peto "suuuuúper ponible cari" que lleva desde que se lo compró cogiendo polvo al lado del poncho peruano. Ains las modas...

Pero bueno, salir disfrazado tiene su ventaja. Puedes reirte del ridículo que hace la gente sin sentirse tan mal. Al fin y al cabo, ellos pueden reirse de ti también. Pero, y he aquí la motivación de este post, hay una cosa que me inquieta profúndamente. Y adelanto que es algo que mi novia comparte conmigo:

Chicas del mundo que os disfrazáis. Qué tipo de oscura perversión hay detrás de vuestra selección de disfraces? Os hablo a vosotras: gatitas calientes, brujas calientes, enfermeras calientes (las que vais con una jeringuilla del tamaño de un vaso de tubo, dais mucho miedo) hadas calientes, policías calientes... Siiiii, porque las policías no van con medias de rejilla y liguero, amigas mías. Al menos, no en mi barrio. No especularé al respecto. Sólo os diré que yo el año pasado me disfracé de bolsa de Grefusitos. Y tan feliz.

Si alguien tiene respuestas a esto, aprovecho para preguntar un par de cosas más:

- Por qué no limita el Estado el número de gente que se puede disfrazar de William Wallace?
- Por qué no se junta Halloween y Carnavales para que suframos la mitad?
- Por qué en las despedidas de soltera las chicas se ponen una diadema con un pene en la cabeza?

Feliz domingo.